Según la doctora Verena Stangl, los efectos antioxidantes, antiinflamatorios y vasodilatadores del té son conocidos desde tiempos remotos y protegen eficazmente contra las cardiopatías. Además, Stangl señala que en el continente asiático, zona de gran consumo de té, existen menos enfermedades cardíacas que, por ejemplo, en Inglaterra. Por ello, los científicos han realizado un estudio a partir de la pregunta de si la adición a la leche en el Reino Unido podría ser una razón para que se produzca esta diferencia.
La muestra se basó en 16 mujeres saludables que habían pasado la menopausia. Todas ellas ingirieron medio litro de té negro con un leve porcentaje de leche sin nata o simplemente agua hervida en lugar de la infusión, en tres ocasiones distintas y en las mismas condiciones. Justo antes de la ingesta y dos horas después de la misma se realizó la medición de la función de las células que recubren la arteria braquial del antebrazo a las participantes, usando un ultrasonido de alta resolución.
Los investigadores encontraron que la ingesta de té incrementaba de manera significativa la habilidad de las arterias para relajarse, favoreciendo el aumento del flujo sanguíneo. Sin embargo, los científicos detectaron con los datos resultantes que cuando agregaban leche a la infusión, el efecto biológico del té desaparecía por completo.
Según los científicos, esto habría sido provocado por las caseínas que se encuentran en la leche, que interactúan con el té para reducir la concentración de catequinas (flavonoides beneficiosos a nivel cardiovascular), de esta bebida. Los expertos profundizaron en las caseínas y descubrieron que tres de ellas provocaban este efecto inhibidor.
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